Alicia Cánovas: “Las películas en Stop Motion envejecen mejor que las digitales porque tienen ese gusto artesanal”
La animadora murciana, con una carrera de más de diez años en el sector, relata su experiencia, haciendo hincapié en que es importante dejarse llevar
Alicia Cánovas Verdú es una artista y modeladora originaria de Murcia, España, con más de una década de experiencia en la industria de la animación stop motion. Desde pequeña, desarrolló una pasión por las manualidades y el arte tradicional, lo que la llevó a estudiar Bellas Artes en la Universidad de Murcia (2007-2012) y a especializarse en la creación de marionetas para producciones cinematográficas.
Cánovas ha trabajado en proyectos de renombre internacional, incluyendo Isle of Dogs de Wes Anderson y Pinocho de Guillermo del Toro, que ganó el Oscar a Mejor Película Animada en 2023. Su última colaboración internacional ha sido con Aardman Animations, donde participó en la aclamada serie Star Wars Visions Volumen II de Disney+, aunque la más reciente es el cortometraje Adiós, dirigido por José Prats. Su habilidad para adaptarse a diferentes flujos de trabajo y equipos ha sido clave en su trayectoria profesional.
Es reconocida por su atención al detalle y su amor por lo artesano, características que la han llevado a impartir talleres y charlas en eventos como el ANIMARKT Stop Motion Forum o el festival ANIMALCOI, celebrado a finales de noviembre, donde comparte su experiencia en la creación de marionetas con la próxima generación de animadores y artistas. Actualmente colabora con la Universidad U-TAD de Madrid y sigue desarrollando proyectos en el ámbito de la animación.
¿Recuerdas el momento o el proyecto que te hizo decidir que querías dedicarte profesionalmente a stop motion? ¿Cómo encontraste esa especialización en la piel y escultura?
Comencé a trabajar porque lo busqué por mi cuenta. Estudié Bellas Artes, pero luego empecé a hacer esculturas de plastilina. Buscaba en internet escultores de animación e investigaba qué plastilina compraban o qué materiales utilizaban. Intentaba ir copiando, incluso hacía las mismas esculturas que ellos habían hecho a modo de ejercicio propio. Al mismo tiempo apareció la película de Coraline del estudio Laika, y me encantó, me pareció muy chulo y me motivó aún más para seguir trabajando en ello.
Entonces un día, yendo a festivales de animación en distintos puntos de España, me enteré que había una película que se estaba rodando en plastilina, les mostré mis modelados y me dijeron que me pasara por el estudio. Así me dieron la primera oportunidad para trabajar. Considero que tuve mucha suerte, al final me contrataron y estuve más de un año trabajando en la película. Al ser una producción pequeñita de España trabajé en muchos departamentos diferentes y fui intuyendo lo que me gustaba más y menos, aunque al final todo me gustaba, pero tenía que decidir de alguna manera porque una no puede hacerlo todo. Y así empecé a especializarme un poquillo.
También creo que dependiendo de la producción buscan una cosa u otra. A lo mejor a ti te gusta esculpir, pero en esa producción son solo tres muñecos y una vez que lo has esculpido ya no tienes más trabajo. Entonces tienes que ayudar con los decorados, con el atrezo, o con lo que sea. Y en aquel momento yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera.
Luego fue cuando pegué el salto a Inglaterra, allí me di cuenta de que se organizaban más por departamentos, ya no te preguntaban que querías hacer, sino en qué departamento estabas, y yo no tenía ni idea de que departamentos existían. Pero bueno, yo ante todo era sincera, entonces la primera vez que trabajé en un estudio más grande dije la verdad: que no lo sabía y que había hecho un poco de todo. Lo que hicieron, ya que les pilló un buen momento en la productora, tenían tiempo de experimentar un poco y no estaban en medio de ninguna producción ni rodaje, fue que me pasaron por varios departamentos diferentes. Fue muy guay, empecé en esqueleto, pasé por costura… y cuando llegué al departamento de piel, con la silicona, el color y demás, como a mí me había gustado también mucho pintar y dibujar y soy muy meticulosa, vieron que se me daba muy bien, aunque yo no lo había practicado en España nunca. Y al final, un poco de rebote y porque no había tanta gente en esa especialidad, acabé ahí. Aun así, luego, por ejemplo, en algunas producciones como Pinocho de Guillermo del Toro o la Isla de los Perros de Wes Anderson, estuve haciendo también costura.
A veces vas con el miedo de decir “es que no tengo práctica en esto”, pero al revés, a los estudios incluso les gusta porque así no tienes vicios. Hay muchas veces que cuando has hecho mil veces algo ya no te pueden enseñar la manera de hacerlo o el estilo del estudio porque ya vas con el propio. Así que todo depende del estudio, de lo que requiera la producción y de lo que tu estes dispuesto a hacer o te guste, porque si tienes muy claro desde un principio que te gusta una cosa en específico ya está.

¿Cómo describirías tu lenguaje visual? ¿Consideras que tienes un estilo propio o que eres versátil o fácil de adaptar?
Siempre he tendido a hacer cosas más realistas o hiperrealistas, soy muy detallista. Pero es verdad que he trabajado en producciones más cartoon, por así decirlo, más simplificadas, y también me adapto. Creo que es bueno tener tu estilo, pero también poder adaptarte y efectivamente ser un poco versátil para la producción que te toque. Hay que saber adaptarse, incluso en una producción, aunque sea muy realista, si a lo mejor una cosa se va al fondo, la tienes que hacer rápido porque se va a ver borroso, tienes que pensar y decidir en base a qué va a ser más productivo. Por mucho que me guste hacer detallitos y poner texturitas, si no se va a ver olvídate y simplifica.
A nivel personal, ¿qué proyecto ha sido el que más te ha gustado hacer? Ya sea por un personaje o la producción en general.
Sin duda Pinocho, y yo diría que sobre todo al personaje de Spazzatura, el mono, estuvo muy guay. Al principio no sabíamos que iba a ser tan protagonista como al final resultó ser en la peli, era simplemente la mascota. Ese personaje nos lo dieron a mí y a una compañera, trabajé un montón de tiempo en ese personaje.
De hecho, incluso nos pilló en la pandemia la producción, me vine a España y me lo mandaron por correo a casa. Recuerdo que fue como un sueño: estar en mi casa, en España, con el muñeco y pensar “que guay, esto va a estar luego volando a América con Guillermo del Toro, en una producción grande de allí, y yo lo tengo aquí, en mi casa”. Aunque bueno, fueron solo cuatro o cinco semanas lo que duró el sueño porque era muy costoso.
¿En una producción tan grande, ya sea para trabajar en casa o en el estudio, os mandan los materiales o los buscáis vosotros?
Casi siempre mandan los materiales, no usábamos materiales propios, aunque estuviéramos en Manchester o Inglaterra usábamos los materiales americanos. Al final, sobre todo en las productoras americanas, si usas los materiales ingleses luego no los puedes conseguir allí igual.
Todo era americano y ellos nos lo iban mandando según donde estuviéramos, además lo mandan por fascículos, cuando estaba en casa también. Lo mandan en distintos pedidos con cosas distintas, y después de veinte mil seguros y cosas ya te llegaba el muñeco, también incluso por partes por si acaso se pierde algo que no se pierda todo. También estos últimos años tardaban mucho tiempo los envíos por la pandemia, y se retrasaba mucho todo.

En un mundo en constante evolución tecnológica, ¿qué papel o valor crees que tiene el stop motion?
Hoy en día se están usando mucho las impresoras 3D. He trabajado en proyectos, como el de Star Wars, donde algunos personajes, sobre todo los principales, no se les hacía la boca en stop motion, estaba recreada en 3D en postproducción, y también queda muy bien cuando lo ves en pantalla. Al final, como trabajadora te da un poco de miedo pensar que igual va a llegar un momento que tengamos menos trabajo, porque pasa, a lo mejor tu calendario estaba hecho para trabajar seis meses y de repente te dicen que en lugar de seis vas a trabajar tres porque el resto lo hacen a ordenador. Pero bueno, también das trabajo a personas de otras disciplinas. Creo que se debe siempre buscar un punto medio, yo misma siento que tengo que reciclarme un poco y aprender cómo hacer cosas así con el ordenador. Al final, en lugar de ver a la tecnología como un enemigo, ya sean los ordenadores o las impresoras 3D, se debe ver como una herramienta y una oportunidad para adaptarse.
Creo que no va a llegar el momento en el stop motion que todo se haga 100% con el ordenador. Conozco gente que ha intentado hacer muñecos totalmente en digital y no se quedan igual que cuando los moldeas, no tienes esos errores, se pierde esa característica artesanal, con esas imperfecciones que se pueden quedar, aunque sean a propósito. Siempre va a haber una diferencia de lo manual a lo que te hace una máquina.
Y luego creo también que las películas de stop motion envejecen muy bien. A diferencia de las cosas hechas en digital, que creo que envejecen peor, la animación tradicional 2D o el stop motion tiene ese gusto artesanal. Son cosas que con el tiempo se ven como algo bonito, no se entiende como un defecto o algo mal hecho. Hoy en día con la cantidad de videojuegos en alta definición que hay o la calidad que tienen algunas películas en 3D, hacer una película en tres dimensiones con bajo presupuesto se ve muy cutre o parece que no está bien terminada. Por eso de algún modo creo, o espero, que el stop motion no se acabará nunca y que perdurará en el tiempo.
Mirando a futuro, ¿dónde te ves? ¿tienes algún sueño aún que te falte por cumplir?
No sabría decir porque al final todo ha ido llegando sin planearlo, ha ido rodando. Nunca sabes lo que te espera el próximo año, no sabes cómo van a ser los próximos meses. Cuando echas la vista atrás y hablas, es cuando parece que todo el camino estaba marcado, tenía sentido empezar así e ir saltando de aquí a allá. Pero no sabría decir que tengo un camino, ni qué voy a estar haciendo en el futuro.
Ahora después de haber estado ocho años fuera de España y doce años fuera de Murcia, trabajando de un lado a otro, me apetece tener un año más paradito. Pero no le diría a nada que no, ni que sí. Aunque es cierto que en 2020 estuve hablando con Laika para trabajar allí, pero al final por la pandemia no se pudo. Igual, si pudiera probar un estudio nuevo les elegiría a ellos, por el hecho de que gracias a Caroline empecé a interesarme en este mundo. También me ha vuelto a hablar Mackinnon & Saunders, el estudio donde yo trabajaba en Inglaterra, para trabajar el año que viene en una producción, pero con la situación actual no lo puedo saber
Cada vez que intento planificar algo parece que la vida se ríe de mí. Mi pareja y yo llevamos 16 años juntos y en todos estos años hemos estado un montón de tiempo separados, cada vez que organizábamos el irnos a vivir juntos, nos surgían nuevos trabajos, y cada cierto tiempo estábamos a 400km del otro. Por ejemplo, ahora pensábamos quedarnos en Inglaterra y llegó la sorpresa de que estaba embarazada y nos volvimos a España.
Así que he aprendido que el plan es no hacer planes. Cuando eres joven y estás empezando no puedes decir a nada que no, y luego aun así cuando dices a algo que no piensas que has dejado pasar la típica oportunidad de tu vida, pero que va, siempre van saliendo otras cosas que cuando las miras con perspectivas dices: “anda, menos mal que dije que no a esto, porque si no, no me hubiera surgido esto otro”. Hay que dejarse llevar y no planificar tanto, por lo menos a mi la vida me ha dejado claro que no sirve para nada.